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Voluntariados - experiencias
"Nunca subestimes tu habilidad para mejorar la vida de alguien"

Richmond Vale Academy
Kingstown - San Vicente y las Granadinas

Esta fue mi primera experiencia de un voluntariado de largo tiempo. Ahora más que nunca pienso que debí haber comenzado mucho antes, tiempo atrás solo hice algunos voluntariados pequeños en mi ciudad, no había experimentado aún, el vivir un tiempo en el lugar de trabajo. 

 

Enseñamos a la comunidad a trabajar con jardines y permacultura, cosa que algunos de los voluntarios ya sabían, otros tenían alguna pequeña noción y otros lo aprendimos todo en la capacitación de la academia, para luego enseñar, o mejor dicho: para ponerlo en práctica y agregaría yo: seguir aprendiendo junto con cada familia con la que nos tocó trabajar. Fue un proceso hermoso compartir con ellos todos los días de esos meses; compartir en sus casas, aprender de su cultura, de cómo ven la vida, San Vicente tiene gente muy humilde y acogedora, que siempre está lista para recibirte y compartir contigo.

Confieso que yo llegué a esta pequeña isla casi sin hablar inglés y me fue bastante difícil comunicarme en el lugar de voluntariado a donde llegué; por esta misma razón me daba temor al momento de salir al trabajo con la comunidad, no sabía cómo me entendería con ellos, pero simplemente fluyó; yo ya había vivido en Caribe y el trato de su gente era igual de cálido y sencillo, solo que en otro idioma. Son gente muy acogedora, que te deja acoplarte y puede tratarte en poco tiempo como una familia.


Fue la primera vez que conocía tan de cerca la cultura Rastafari (no quiero llamarla religión), el Rastafari es más un estilo y una filosofía de vida basada en la bondad y hermandad como sus principios, así como el vivir en armonía con la naturaleza y practicar el veganismo. San Vicente tiene una gran población de Rastafaris, la otra gran mayoría son de religión cristiana, pero con todas las diferencias logran una convivencia en esta pequeña y tan especial isla que siempre te deja con las ganas de volver.

Pero esta experiencia no quedó ahí, pues terminados los seis meses del programa de voluntariado, llegó la pandemia del Covid y varios de los voluntarios no pudimos tomar nuestros vuelos de regreso a tiempo. Entonces me tocó quedarme 6 meses más, lo cual agradezco cada día a la vida de que haya sucedido así, por diversas razones.

El voluntariado era de Noviembre del 2019 hasta Abril del 2020, pero como todos sabemos el mundo cambió a inicios del 2020, los aeropuertos se cerraban, los países entraban en pánico y aquí, en este lugar, varios de los voluntarios nos quedamos sin poder abandonar la isla.

A pesar de ser personas de tantos países diferentes dentro de la finca de Richmond Vale Academy, entre voluntarios, directivos y trabajadores locales tuvimos una convivencia muy cercana dentro de la finca, éramos como una gran familia y nos tratábamos como tal, como el caribeño con mucha cercanía; en aquellos días era normal abrazarnos y tener demostraciones de afecto entre nosotros, era normal compartir la comida o la botella de agua, era normal convivir en comunidad como humanidad, parece mentira que todo cambió en cuestión de días, en tan solo un par de semanas eso ya no existía, nos lo habían prohibido, y hasta hoy en día es casi un delito y sí, resulta difícil de creer. Así fue que se nos presentó la cuarentena, al inicio la regla era no salir del lugar donde vivíamos, eso lo sabemos todos y pues nosotros estábamos en una finca, fuera de la ciudad, en medio de la naturaleza y con una playa hermosa al costado, rodeada de caballos y bellos jardines y gente linda, hasta ahí la cosa era muy llevadera, pero luego vinieron más reglas, había que separarnos dentro de la misma finca, nos separaron las áreas de habitaciones por áreas de trabajo, solo podíamos convivir y tener contacto con las personas con las que trabajamos directamente durante el día, ya no podíamos sentarnos a la mesa todos juntos como antes en un solo comedor, las mesas estaban separadas por grupos, los espacios de descanso también, fue muy muy chocante, tener que desconfiar de todo. Cada vez al ver las noticias de internet, solo nos quedaba agradecer el que aún podíamos respirar oxígeno libremente. Y así, en estas circunstancias, quedamos cerca de 7 voluntarios de los casi 30 que éramos al inicio, la mayoría había logrado volver a sus países, a algunos cuantos nos tocó quedarnos y el voluntariado de meses se convirtió en un año, un año que a pesar de todo nos regaló mucho, nos enseñó mucho y nos dejó muchas lecciones de vida en medio de todas las dificultades y la incertidumbre de que sucederá mañana.

 

A este voluntariado le agradezco tantas cosas, pero más el reconocerme como viajera por vocación y aquí tendría una pequeña aventura más, pues para hacer el viaje de regreso, tuve que pasar por más de 5 aeropuertos en varios días seguidos... Sí, muy largo de contar solo en este espacio... 

Continúa aquí:

Wellness Festival
Vilcabamba - Loja - Ecuador

Y viviendo en tiempos de pandemia, en una pequeña burbuja del mundo como lo es Vilcabamba, residentes de diferentes lugares del mundo y pobladores locales, se reunieron para intentar rescatar la medicina natural, más aún de la sabiduría nativa del país, intentando incentivar a que llevemos una vida más saludable. En ese camino, algunos fuimos convocados para ser voluntarios en la fotografía de este festival y hacer los registros audiovisuales, que terminaron convirtiéndose en un documental y un reportaje.

Puedes ver los videos aquí: https://rumble.com/c/c-1152191

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